Certificado de defunción
Mientras que por un lado la Municipalidad prosigue con su plan de "jerarquización" de espacios públicos berissenses, aplicando todo el bagaje novedoso para ello -tanto visual como tecnológico-, por otro lado, a poco que miremos los restos de la " ciudad vieja ", aquella que dio cobijo a los viajeros del mundo de principios del siglo XX, comprobaremos otra realidad, otra faceta de la dinámica poblacional: la gradual desaparición de las particulares casas de chapa y madera.
Comprensiblemente, es la inevitable secuencia de todo lo decadente a un plano elevado de futuro irrefrenable. Es natural que ello ocurra. Sin embargo, ¿no hay, acaso, en esa observación sobre tanta tirantería desarraigada, cenefas abolladas, canaletas oxidadas y un terreno yermo salpicado con clavos muertos, un dolor de historias perdidas, de palabras enmudecidas para siempre, de fantasmas sin dueño buscando un destino sin respuesta?. Sobre todo ese espacio de naufragios crecerá la lozana vestimenta de un inmueble, rutilante urdimbre de ladrillos y hierro, vasto de luces, vidrio y fresca madera pulida. Sobre el primordial país de quienes soñaron alguna vez, paisanos tan solo de un trozo del tiempo inmigrante.
También, es encomiable el empeño de las autoridades en recuperar, restaurar y poner a punto, edificios públicos característicos de nuestra identidad regional. Empero, no hay igual criterio en preservar una vivienda de cinc y pinotea, emblema y carta de presentación a los visitantes y buceadores de la personalidad ribereña de Berisso, ciudad que ostenta el rótulo de su responsabilidad como sede oficial de la Fiesta Provincial del Inmigrante.
Cierto gobierno local supo, años ya, encarar un convenio con la Universidad Nacional de La Plata, a través de su Facultad de Arquitectura y Urbanismo, con la finalidad de salvaguardar ad eternum el patrimonio arquitectónico típico, en particular en barriadas como " las catorce ", con edificios de época en buen estado de conservación. Todo ello se tradujo en buenas intenciones, manejo periodístico y reuniones informativas a todo nivel, que el discurrir de los años se encargó de difuminar bajo un manto de piadoso olvido. El clima y las transacciones comerciales hicieron el resto: las viejas casonas de chapa y madera -algunas con planta alta-, fueron arrasadas y los declamados artículos de la ley embicaron en la repisa de los viejos papeles, mendrugos de las mejores intencionadas polillas...
Se menciona mucho desde antaño, en un turismo con características propias -las hay y con mucho valor agregado-, pero poco se hace al respecto en el terreno de los hechos. Existen en algunos países algo así como los " museos de las casas " -testimonios etnográficos-, donde en predios de gran extensión se resguardan reducidas aldeas o aún viviendas aisladas, con la configuración propia de cada localidad y según sus épocas. Las mismas pueden ser recorridas para observar no solo su fachada, sino también el interior, con guías que con amabilidad y conocimiento, explicarán al público asistente los pormenores de dicha oferta. Incluso, poseen jardines con bella floración, aljibes, cuchas, los clásicos baños externos, verjas artísticamente diseñadas y demás implementos propios de un hogar convencional.
Salvadas las distancias con el primer mundo, no es necesario preservar áreas o conjuntos edilicios completos -una utopía para nuestro Berisso y su cultura-. Sería interesante, en cambio, resguardar una sola de estas prototípicas casas de chapa y madera, aquellas con piezas asomando a una larga galería, al amparo de las vigilantes cenefas. Bajo el amparo municipal, bien podría servir como muestra para placer e interés de turistas e indagadores del pasado inmigrante, deseosos de encontrar en sus habitaciones revestidas con machimbre y pisos de madera, el hálito de aquellos moradores que respiraron trabajo y criaron sus hijos bajo ese mismo techo. Y también, comprobar el mobiliario de época: la cuna de madera basta, la cocina económica, acaso una rueca, la cama con elásticos de metal, el ropero de lustre a espejo... Recursos que pueden lograr un mayor grado de verosimilitud al ambiente del pasado. Personas aplicadas al tema y otros elementos que coadyuven a crear la atmósfera propicia, conseguirían gestar un "museo" viviente de alto impacto emotivo y cultural.
Solamente una vivienda. Nada más. Antes que sea demasiado tarde y el destino nos alcance como pueblo en vías de desarrollo. Antes que la inmobiliaria ponga el certificado de defunción en su frente: SE VENDE. Nuestros padres y abuelos inmigrantes nos observan. Materialicemos por ellos nuestro más caro deseo de recordarlos con auténtica luminosidad.
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